martes, 30 de septiembre de 2014

6. Tratado de la Divina inspiración de las santas Escrituras



Nota 6 
 
Tratado de la Divina inspiración de las santas Escrituras


Enfoque

1. El tratado de la Divina inspiración de la Sagrada Escritura es uno de los cuatro tratados clásicos (como indicamos anteriormente), que conforma las asignaturas introductorias al estudio de la Biblia, esto es:
- Inspiración
- Canon
- Texto
- Interpretación

Hay otras materias auxiliares, como, por ejemplo:
- Geografía de la Biblia (Antiguo Testamento y Nuevo Testamento)
- Contorno histórico-cultural de la Biblia: Civilizaciones antiguas que se relacionan de modo directo con la Biblia.

2. El Tratado de la Divina inspiración de la Escritura es un tratado directamente teológico. Y puedo desarrollarlo de esta manera:

1.     Después de una definición del asunto de que se trata,

2.     Puedo hacer un recorrido histórico de cómo se ha estudiado el tema en las diversas etapas de la historia de la Teología:
- Cómo lo han estudiado los Padres.
- Cómo lo ha estudiado la Edad Media y especialmente la Escolástica (muy en concreto santo Tomás de Aquino).
- Cómo se ha estudiado en siglos posteriores.
Esta parte no es directamente teológica, sino histórica, informativa. Ayuda a la Teología en cuanto que suscita problemas y nos pone en conocimiento de cosas que hay que solucionar, o, al menos, de cosas que en otros tiempos había que estudiar, porque respondía a preguntas que los interesados se formulaban. Pero, al mismo tiempo, puede ralentizar la Teología, si nos enredamos en tratar de responder a preguntas que el cristiano no se las hace, o que, incluso, pueden estar desenfocadas. En esta hipótesis hacemos una teología de arcaísmos.

3.     Y finalmente estudio el asunto en sí: la inspiración y las referencias que implica. Las referencia de la inspiración son tres:
- El hombre: el hagiógrafo y la obra.
- La Iglesia, destinatario de la Escritura.
- Dios, que da los libros santos a su Iglesia, a través de los hagiógrafos.

Advertimos, ya desde el principio, que la Teología es gracia para la Iglesia, gracia santificante para el estudioso que la activa y para el destinatario de la recibe, pero que también el hombre Teólogo puede atorarse en cuestiones que no tienen salida, que no suscitan una respuestas salvífica y que estás más cercanas a los “vaniloquios” que a las “palabras de salvación”. A estas cuestiones se les puede aplicar, al menos en parte, aquella consigna que encontramos en la cartas pastorales, dirigida por Pablo a Tito: “Evita discusiones necias, genealogías, contiendas y disputas sobre la Ley, porque son inútiles y vanas” (Tt 3,9).


Acercamiento del teólogo a la Divina Inspiración de la Escritura

El teólogo se acerca a la divina inspiración de las Escritura con espíritu reverencial. Sabe desde el primer momento que allí está Dios, que habla. El teólogo estudia las Escrituras no como erudito, sino como creyente. Le resulta del todo familiar el aviso de la Segunda carta de Pedro:

“Contamos también con la firmísima palabra de los profetas. Hacéis bien en prestarle atención como si fuera una lámpara que ilumina un lugar oscuro, en espera de que despunte el día y surja en vuestros corazones el lucero de la mañana. Pero, ante todo, tened presente de que ninguna profecía ´puede interpretarse por cuenta propia, pues nunca profecía alguna fue fruto de la voluntad humana. Los profetas fueron hombres que hablaban de parte de Dios movidos por el Espíritu Santo” (2Pe 1,19-21).

Este pasaje y el texto de 2Tim 3,16 son clásicos como punto de partida desde la Escritura para un Tratado sobre la Divina inspiración. Dice el aludido pasaje paulino:

“Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia”.

Ambas son afirmaciones que dicen y dan por supuesto para que el cristiano, al que van dirigidas, la Sagrada Escritura es un “corpus” de libros aceptados, libros por los cuales Dios ha hablado y sigue hablando y los ha confiado a la Iglesia. La Iglesia, pues, es la instancian central para tratar sobre la Divina inspiración.


LOS TRES PUNTOS CENTRALES.
El Hagiógrafo – La Iglesia – Dios

El Hagiógrafo

1. Los libros sagrados están escritos por autores a los que, dada una cualidad especial, llamados Hagiógrafos: escritores sagrados, o escritores de cosas sagradas. Nada hay en la Biblia que no haya sido por un autor humano, en las mismas condiciones que escribe un autor humano. Hablando teológicamente decimos:
- Dios es autor de los libros de la Escritura.
- El hombre es autor de los libros de la Escritura.

2. La inspiración bíblica debemos entenderla a la luz de la Teología de la Encarnación. Nada humano – salvo el pecado – es indigno de la Encarnación, y todo lo humano ha sido asumido en la encarnación.
Un escritor puede ser un mero “artesano” de la palabra o un “artista” de la palabra. Y Dios puedo tomar a un artesano de la palabra o a un artista de la palabra, igual, absolutamente igual, sin que por ello Dios tenga que hacerse Poeta en el mero Artesano de la palabra. Y la palabra que se crea y sale es igual de inspirada en el Artesano que en el Poeta.
Esto para salir al paso de las afirmaciones que ha ido formulando la Teología Dogmática, a la hora de desentrañar el entramado misterio del proceso de la obra inspirada. Efectivamente, en virtud del dogma de la inspiración, Dios, Autor del libro sagrado,  ha asistido al Autor Humano para que este escribiera:
- Todo lo que Dios quería.
- Y solo lo que Dios quería.
A lo cual también hay que añadir, puesto que el Autor Humano es autor total (como Dios es Autor Total):
- Todo lo que el autor, en última instancia, ha querido.
- y solo aquello que, en última instancia, ha querido.

3. Por lo mismo, si analizamos la radiografía de los componentes  humanos en unidad, es decir:
- Facultades sensitivo-imaginativas, primeros emisarios del conocimiento.
- Entendimiento humano y cosa entendida.
- Voluntad que me moviliza todo cuanto está a su alcance.
- Facultades operativas para llevar a cabo las órdenes de la voluntad,
TODO ESTO ESTÁ PENETRADO DE LA INSPIRACIÓN DIVINA.
Al mismo tiempo que todo esto está penetrado del “esfuerzo e inspiración” humanos, si la obra ha de atribuirse por entero al autor humano, como así es.

4. Este tratamiento del ser humano en la inspiración de la Escritura se puede prolongar y desmenuzar largo y tendido en una casuística que, al final, nos puede resultar tan agobiante como estéril.
Pero históricamente asís e ha tratado.


La Iglesia

La Iglesia es la receptora y guardiana del carisma de la inspiración. Desde esta perspectiva decimos:

1.     Si se puede estudiar la inspiración como carisma que incide en la psiquismo del individuo (alma, vida y corazón), también se puede estudiar como carisma otorgado al corazón de la Iglesia.
2.     Es más importante – y por lo más acertado – estudiar el carisma de la  inspiración como carisma eclesial que como carisma individual.
3.     La Iglesia, como tradición viviente de Cristo, sabe que requiere unos libros en los cuales la Palabra Encarnada sea Palabra Sacramentada.
4.     La Iglesia, en virtud de su propia identidad mantenida en una Tradición viviente, se ha sentido con la autoridad conferida por Cristo  en qué libros se suministra la Palabra Sacramentada.
5.     La Iglesia, que se autodefine como “apostólica”, experimenta y reconoce que todo lo que lleva la autoría de los Apóstoles, el Señor lo ha entregado como palabra inspirada a su Iglesia. Y este es el nacimiento del conjunto de libro del Nuevo Testamento.
6.     La Iglesia, ateniéndose al uso que los Apóstoles (y la generación apostólica) ha hecho de los libros sagrados de la tradición anterior, los ha ido identificando como libros apostólicos.
7.     El escudriñar por qué íntimo procesos la  Iglesia llega a este conocimiento, es decir el “psicologizar teológicamente” una cuestión que, ante todo, es de vivencia eclesial (cosa que en sí misma no parece vedada al conocimiento), puede llevarnos a un enredo de vericuetos sin salida, o, al menos, sin salida para al eficacia del anuncio.

Dios, autor del don de la obra

Para iniciar, con alguna referencia comparativa, la explicación de la inspiración, hemos iniciado nuestro discurso trayendo a la memoria el modo y método que empela san Ignacio en la Contemplación para alcanzar amor, texto que está arrimado a la cuarta semana de los Ejercicios espirituales (EE 230-237).

Texto de san Ignacio

[234] 1º puncto. El primer puncto es traer a la memoria los beneficios rescibidos de creación, redempción y dones particulares, ponderando con mucho afecto quánto ha hecho Dios nuestro Señor por mí y quánto me ha dado de lo que tiene y consequenter el mismo Señor desea dárseme en quanto puede según su ordenación divina. Y con esto reflectir, en mí mismo, considerando con mucha razón y justicia lo que yo debo de mi parte offrescer y dar a la su divina majestad, es a saber, todas mis cosas y a mí mismo con ellas, así como quien offresce affectándose mucho:

Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer; Vos me lo distes, a Vos, Señor, lo torno; todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad; dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta.

[235] El segundo mirar cómo Dios habita en las criaturas,
- en los elementos dando ser,
- en las plantas vejetando,
- en los animales sensando,
- en los hombres dando entender;

y así en mí dándome ser, animando, sensando, y haciéndome entender; asimismo haciendo templo de mí seyendo criado a la similitud y imagen de su divina majestad; otro tanto reflitiendo en mí mismo, por el modo que está dicho en el primer puncto o por otro que sintiere mejor. De la misma manera se hará sobre cada puncto que se sigue.

[236] El tercero considerar cómo Dios trabaja y labora por mí en todas cosas criadas sobre la haz de la tierra, id est, habet se ad modum laborantis. Así como en los cielos, elementos, plantas, fructos, ganados, etc., dando ser, conservando, vejetando y sensando, etc. Después reflectir en mí mismo.

Según esto:
1.     Dios habita en todo ser, en todo y cada uno (los cuatro reinos de la creación).
2.     Dios trabaja, está activo, en todo y cada uno de los seres.
3.     Dios SE ESTÁ DANDO cuando habita y cuando trabaja.
4.     Y se me está dando a mí.

Aplíquese esto a la inspiración de la Escritura

Aplíquese esto a la inspiración de la Escritura y diríjase la Teología por estos rumbos:

1.     Dios se está dando a sí mismo en la santa Escritura a su Iglesia.
2.     Dios se me está dando “a mí” (precisamente a mí) en las santas Escrituras.
3.     En todos los libros, en todas las frases, en todas las palabras…, porque no hay nada de la Escritura que deje de ser don de Dios para su Iglesia, para mí, que soy Iglesia (pues al Iglesia no existe como ente, sino como personas).
4.     Y, en consecuencia, guiado por el criterio de la Iglesia, en la escucha y estudio de la Palabra escrita, puedo aplicarme este criterio que la Iglesia me da para el uso de los salmos:

“Quien, por tanto, gusta de la salmodia, medite verso tras verso, dispuesto siempre en su corazón a responder conforme a la voluntad del Espíritu que inspiró al salmista y sigue asistiendo también a todo el que con piedad esté dispuesto a recibir su gracia. Por lo cual, la salmodia, aunque exija la reverencia debida a la majestad divina, debe realizarse con alegría de espíritu y dulzura amorosa, tal como conviene a la poesía y al canto sagrado y sobre todo a la libertad de los hijos de Dios” (Ordenación general de la Liturgia de las Horas, n. 104).

In laudem Christi

Guadalajara, septiembre 2014

domingo, 7 de septiembre de 2014

Nota 5 - Puntos de examen de "Critica textus"

Nota 5


Puntos de examen para la crítica textual (critica textus)

que se hará juntamente con los puntos que expliquemos del canon (nociones elementales).
Breve examen escrito de media hora


1. Cuáles son los diferentes manuscritos de la Biblia (papiros, códices: mayúsculos, minúsculos) y explicar el valor de cada uno.

2. Las cuatro familias de textos en el Nuevo Testamento (pp. 524-525):
a) Cuál es la característica de cada familia
b) describir brevemente los Códices que las representan

3. Cuáles son las causas de errores de los copistas (enumerar, con brevísima explicación) (pp. 525-528)

4. Cuáles son las reglas básicas para la crítica textual: crítica externa y crítica interna (pp. 539-542)

5. Los manuscritos de Qumran (pp. 468-469):
a) Breve historia del descubrimiento.
b) Cuáles son los principales textos
c) de qué tiempo son
d) Qué importancia tienen para la exégesis


(8 septiembre 2014)

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Nota 4 - Lectura de la Biblia

Nota 4



Lectura de la Biblia
(Al cobijo de la memoria de san Gregorio Magno)

He aquí, de modo espontáneo (con el valor propio que tiene la espontaneidad de lo cotidiano)  algunos indicadores que nos pueden servir para la lectura de la Biblia. Establecida una singular Alianza con Dios en los votos religiosos, dimanantes de la consagración bautismal, la Biblia pasa a ser, para mí, palabra directa del Dios de mi amor, palabra de todos los días. No hacemos votos de leer la Biblia todos los vías…, pero acasos ería una forma de expresar qué es la vida religiosa, como actualización del Bautismo.
1.     Lectura informada, con una introducción esencial: composición y líneas teológicas de este libro. Partimos de este viejo principio: Los grandes conocedores de la Biblia no son los que han leído mucho “acerca de la Biblia”, sino los que han leído, con sabiduría, “mucho” la Biblia.

2.     Lectura de la Biblia en sí misma, como expresión de la Fe de un Pueblo. Lectura, por tanto, desde donde se ha escrito, no desde el punto de vista de adónde queremos llevarla, apelando a una “lectura para la vida”. No una lectura condicionada: Biblia del joven, Biblia de la familia, Biblia para los pueblos de América Latina… Buscamos una lectura no hipotecada por ninguna teología.

3.     Lectura con gusto literario. Primer libro de la literatura universal: saber apreciarlo sencillamente como libro. Es una lectura en comunión con la cultura humana.

4.     Lectura con una relación afectivo-personal al libro sagrado
o   Es una lectura para mí, no para un examen de clase.
o   Una lectura gozosa, sosegada, inteligente, mía.
o   Una lectura sabrosa, que acaba siendo una lectura apasionada.
o   Lectura de un libro que me pertenece y pertenece a toda la comunidad humana.

5.     Lectura cual corresponde a un libro sagrado. Aquí comienza una lectura directamente religiosa. Es la lectura de “hondura” en diálogo con los problemas eternos del hombre, desde el inicio de la Biblia.
6.     Lectura directamente “espiritual”. La Palabra queda habitada por el Espíritu de Jesús, por Jesús. Ya se ha convertido en “lectio divina” con múltiples modalidades, sin confinar la “lectio divina” a un método.

7.     Lectura como dirección espiritual de la Fe de la Iglesia y de la fe que palpita en mí.

8.     Lectura programada, teniendo en cuenta la pauta litúrgica que nos da la Iglesia, en la variedad de ciclos.

9.     En fin, lectura cotidiana, sencillamente como lectura de mi libro.
3 septiembre 2014, memoria de san Gregorio Magno.