Un tratado teológico sobre la Palabra
de Dios
Siete referencias para una visión panorámica
Primera
referencia: El cosmos
Segunda
referencia: El hombre
Tercera
referencia: Cristo
Cuarta
referencia: La escatología
Quinta
referencia: La Iglesia
Sexta
referencia: El Espíritu
Séptima
referencia: El Padre (retorno)
Primera referencia: el
cosmos (n. 8)
I
- Texto
8. Conscientes del significado
fundamental de la Palabra de Dios en relación con el Verbo eterno de Dios hecho
carne, único salvador y mediador entre Dios y el hombre,[22]
y en la escucha de esta Palabra, la revelación bíblica nos lleva a reconocer
que ella es el fundamento de toda la realidad. El Prólogo de san Juan afirma
con relación al Logos divino, que «por medio de la Palabra se hizo todo,
y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho» (Jn1,3); en la Carta
a los Colosenses, se afirma también con relación a Cristo, «primogénito de
toda criatura» (1,15), que «todo fue creado por él y para él» (1,16). Y el
autor de la Carta a los Hebreos recuerda que «por la fe sabemos que la
Palabra de Dios configuró el universo, de manera que lo que está a la vista no
proviene de nada visible» (11,3).
Este
anuncio es para nosotros una palabra liberadora. En efecto, las afirmaciones
escriturísticas señalan que todo lo que existe no es fruto del azar irracional,
sino que ha sido querido por Dios, está en sus planes, en cuyo centro está la
invitación a participar en la vida divina en Cristo. La creación nace del Logos
y lleva la marca imborrable de la Razón creadora que ordena y guía. Los
salmos cantan esta gozosa certeza: «La palabra del Señor hizo el cielo; el
aliento de su boca, sus ejércitos» (Sal 33,6); y de nuevo: «Él lo dijo,
y existió, él lo mandó, y surgió» (Sal 33,9). Toda realidad expresa este
misterio: «El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra
de sus manos» (Sal 19,2). Por eso, la misma Sagrada Escritura nos invita
a conocer al Creador observando la creación (cf. Sb 13,5; Rm
1,19-20). La tradición del pensamiento cristiano supo profundizar en este
elemento clave de la sinfonía de la Palabra cuando, por ejemplo, san
Buenaventura, junto con la gran tradición de los Padres griegos, ve en el Logos
todas las posibilidades de la creación,[23]
y dice que «toda criatura es Palabra de Dios, en cuanto que proclama a Dios».[24]
La Constitución dogmática Dei Verbum había sintetizado esto declarando
que «Dios, creando y conservando el universo por su Palabra (cf. Jn
1,3), ofrece a los hombres en la creación un testimonio perenne de sí mismo».[25]
II
- Claves de profundización
1.
Fundamento
de toda la realidad. Concepto simultáneamente filosófico y
teológico.
2.
El
Logos divino. Tres pasajes
-
el Prólogo
-
Colosenses
-
Hebreos
3.
Palabra
liberadora.
-
Logos: “Razón” creadora – que ordena – y guía
-
Textos de creación: Salmos
4.
La
creación proclama la Palabra.
–
El cielo proclama (Salmo 19)
-
«toda
criatura es Palabra de Dios, en cuanto que proclama a Dios» (S. Buenaventura)
- “un
testimonio perenne de sí mismo” (Concilio, Dei Verbum).
III - Reflexión personal
1. El primer sentimiento que tiene el
ser humano ante la creación es el de la admiración. Admiración no porque
extenso ante un enigma, sino ante la puerta del misterio.
La creación, no obstante ser inferior al
hombre, tiene algo que nos excede. Acaso, por eso, comienza a ser fuente
inexhausta de pensamientos.
2. Al punto lanza al hombre una
interpelación: ¿Cómo me miras? ¿Qué soy yo para ti? La creación se encuentra
ante un incrédulo, ante un indiferente, ante un crítico, ante un enamorado,
ante un místico.
El creyente enamorado y místico la ve
como una irradiación de Dios. No le perturba la fe; al contrario, la exalta. Se
abre la creación como una inmensa Biblia desde el principio hasta el final. Y
entonces sí, la creación es “Enarración de Dios”, “Proclamación de Dios.
3. Para el crítico la creación se le
puede presentar como un enigma, y hasta se puede estrellar en la creación, como
se estrelló Adán frente a sus propios pensamientos.
5. Pongamos dos ejemplos de la creación
como libro de Dios.
Una
flor en el universo
Soneto a la florcita
amarilla de cinco pétalos
La
vi pequeña, enteramente bella,
cuajada
de silencio y de ternura,
fragante
como un beso, toda pura,
y
yo me enamoré, perdido, de ella.
Pensé,
mi flor: de Dios eres la huella,
como
Jesús, destello de hermosura,
sin
vanidad, envidia ni tristura,
brindándome
tu luz como una estrella.
Absorto
entonces yo iba meditando
en
eso que la flor a mí decía:
así
quiero ser yo, sin más estando,
ser
gloria del Señor, ser su armonía,
y
todo lo demás él irá obrando,
según
su voluntad, que sea mía.
1
noviembre 2010
San
Francisco: Cántico del Hermano Sol o Cántico de las criaturas
1Altísimo,
omnipotente, buen Señor,
tuyas
son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.
2A
ti solo, Altísimo, corresponden,
y
ningún hombre es digno de hacer de ti mención.
3Loado
seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente
el señor hermano sol,
el
cual es día, y por el cual nos alumbras.
4Y
él es bello y radiante con gran esplendor,
de
ti, Altísimo, lleva significación.
5Loado
seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,
en
el cielo las has formado luminosas y preciosas y bellas.
6Loado
seas, mi Señor, por el hermano viento,
y
por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo,
por
el cual a tus criaturas das sustento.
7Loado
seas, mi Señor, por la hermana agua,
la
cual es muy útil y humilde y preciosa y casta.
8Loado
seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por
el cual alumbras la noche,
y
él es bello y alegre y robusto y fuerte.
9Loado
seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra,
la
cual nos sustenta y gobierna,
y
produce diversos frutos con coloridas flores y hierba.
10Loado
seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor,
y
soportan enfermedad y tribulación.
11Bienaventurados
aquellos que las soporten en paz,
porque
por ti, Altísimo, coronados serán.
12Loado
seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal,
de
la cual ningún hombre viviente puede escapar.
13¡Ay
de aquellos que mueran en pecado mortal!:
bienaventurados
aquellos a quienes encuentre en tu santísima voluntad,
porque
la muerte segunda no les hará mal.
14Load
y bendecid a mi Señor,
y
dadle gracias y servidle con gran humildad.
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