lunes, 13 de octubre de 2014

8. Un tratado sobre la Palabra - La palabra en el cosmos

Nota 8



Un tratado teológico sobre la Palabra de Dios
Siete referencias para una visión panorámica


Primera referencia: El cosmos
Segunda referencia: El hombre
Tercera referencia: Cristo
Cuarta referencia: La escatología
Quinta referencia: La Iglesia
Sexta referencia: El Espíritu
Séptima referencia: El Padre (retorno)

Primera referencia: el cosmos (n. 8)

I - Texto
8. Conscientes del significado fundamental de la Palabra de Dios en relación con el Verbo eterno de Dios hecho carne, único salvador y mediador entre Dios y el hombre,[22] y en la escucha de esta Palabra, la revelación bíblica nos lleva a reconocer que ella es el fundamento de toda la realidad. El Prólogo de san Juan afirma con relación al Logos divino, que «por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho» (Jn1,3); en la Carta a los Colosenses, se afirma también con relación a Cristo, «primogénito de toda criatura» (1,15), que «todo fue creado por él y para él» (1,16). Y el autor de la Carta a los Hebreos recuerda que «por la fe sabemos que la Palabra de Dios configuró el universo, de manera que lo que está a la vista no proviene de nada visible» (11,3).
Este anuncio es para nosotros una palabra liberadora. En efecto, las afirmaciones escriturísticas señalan que todo lo que existe no es fruto del azar irracional, sino que ha sido querido por Dios, está en sus planes, en cuyo centro está la invitación a participar en la vida divina en Cristo. La creación nace del Logos y lleva la marca imborrable de la Razón creadora que ordena y guía. Los salmos cantan esta gozosa certeza: «La palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos» (Sal 33,6); y de nuevo: «Él lo dijo, y existió, él lo mandó, y surgió» (Sal 33,9). Toda realidad expresa este misterio: «El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos» (Sal 19,2). Por eso, la misma Sagrada Escritura nos invita a conocer al Creador observando la creación (cf. Sb 13,5; Rm 1,19-20). La tradición del pensamiento cristiano supo profundizar en este elemento clave de la sinfonía de la Palabra cuando, por ejemplo, san Buenaventura, junto con la gran tradición de los Padres griegos, ve en el Logos todas las posibilidades de la creación,[23] y dice que «toda criatura es Palabra de Dios, en cuanto que proclama a Dios».[24] La Constitución dogmática Dei Verbum había sintetizado esto declarando que «Dios, creando y conservando el universo por su Palabra (cf. Jn 1,3), ofrece a los hombres en la creación un testimonio perenne de sí mismo».[25]

II - Claves de profundización

1.     Fundamento de toda la realidad. Concepto simultáneamente filosófico y teológico.
2.     El Logos divino. Tres pasajes
- el Prólogo
- Colosenses
- Hebreos
3.     Palabra liberadora.
- Logos: “Razón” creadora – que ordena – y guía
- Textos de creación: Salmos
4.     La creación proclama la Palabra.
– El cielo proclama (Salmo 19)
- «toda criatura es Palabra de Dios, en cuanto que proclama a Dios» (S. Buenaventura)
- “un testimonio perenne de sí mismo” (Concilio, Dei Verbum).

III - Reflexión personal

1. El primer sentimiento que tiene el ser humano ante la creación es el de la admiración. Admiración no porque extenso ante un enigma, sino ante la puerta del misterio.
La creación, no obstante ser inferior al hombre, tiene algo que nos excede. Acaso, por eso, comienza a ser fuente inexhausta de pensamientos.
2. Al punto lanza al hombre una interpelación: ¿Cómo me miras? ¿Qué soy yo para ti? La creación se encuentra ante un incrédulo, ante un indiferente, ante un crítico, ante un enamorado, ante un místico.
El creyente enamorado y místico la ve como una irradiación de Dios. No le perturba la fe; al contrario, la exalta. Se abre la creación como una inmensa Biblia desde el principio hasta el final. Y entonces sí, la creación es “Enarración de Dios”, “Proclamación de Dios.
3. Para el crítico la creación se le puede presentar como un enigma, y hasta se puede estrellar en la creación, como se estrelló Adán frente a sus propios pensamientos.
5. Pongamos dos ejemplos de la creación como libro de Dios.


Una flor en el universo
Soneto a la florcita amarilla de cinco pétalos

La vi pequeña, enteramente bella,
cuajada de silencio y de ternura,
fragante como un beso, toda pura,
y yo me enamoré, perdido, de ella.

Pensé, mi flor: de Dios eres la huella,
como Jesús, destello de hermosura,
sin vanidad, envidia ni tristura,
brindándome tu luz como una estrella.

Absorto entonces yo iba meditando 
en eso que la flor a mí decía:
así quiero ser yo, sin más estando,

ser gloria del Señor, ser su armonía,
y todo lo demás él irá obrando,
según su voluntad, que sea mía.

1 noviembre 2010


San Francisco: Cántico del Hermano Sol o Cántico de las criaturas       

1Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.

2A ti solo, Altísimo, corresponden,
y ningún hombre es digno de hacer de ti mención.

3Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el señor hermano sol,
el cual es día, y por el cual nos alumbras.

4Y él es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

5Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las has formado luminosas y preciosas y bellas.

6Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,
y por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo,
por el cual a tus criaturas das sustento.

7Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,
la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta.

8Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche,
y él es bello y alegre y robusto y fuerte.

9Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra,
la cual nos sustenta y gobierna,
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba.

10Loado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor,
y soportan enfermedad y tribulación.

11Bienaventurados aquellos que las soporten en paz,
porque por ti, Altísimo, coronados serán.

12Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.

13¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal!:
bienaventurados aquellos a quienes encuentre en tu santísima voluntad,
porque la muerte segunda no les hará mal.

14Load y bendecid a mi Señor,
y dadle gracias y servidle con gran humildad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario